sábado, 23 de marzo de 2013

Una nota de humor para cerrar este blog y desearos a todos unas felices, y descansadas, vacaciones.

viernes, 22 de marzo de 2013

El día de hoy, nuestro último día en París, comenzo un poco más tarde de lo habitual: a las 8h estábamos todos desayunando un execelente café con pan y croissant. Las caras de todos son un auténtico poema, ojos enrojecidos, párpados caídos... la noche dedió de ser toledana, o rusa, por decir un adjetivo al azar. Tras el desayuno preparamos nuestras maletas, que dejamos en la entrada del hotel, y salimos en dirección al Canal St. Martín paseando por el faubourg Poissonnière y el Boulevard Magenta hasta llegar a uno de los puentes del canal. Allí nos hicimos la foto de grupo de rigor y tuvimos la suerte de ver cómo un barco llegaba en ese preciso momento; entonces la carretera giró, el barco pasó, entró en una esclusa que cerró las puertas y esperamos hasta que el canal se llenara de agua y alcanzara el nivel de agua adecuado para poder continuar navegando. Paseamos un rato más por las orillas del canal y regresamos caminando por la Gare de l´est y las puertas de St Martin y St Denis. En los alrededores del hotel aprovechamos para realizar las últimas compras: sudaderas para los hermanos, chocolates para mamá, más llaveros "torreiffel" ( definitivamente hemos acabado con las existencias) hasta la 1h30 que estábamos todos preparados para esperar el bus que debía llevarnos al aeropuerto de Orly. Sin embargo el autobús tardó en llegar y a los profes casi les da un ataque... pero llegó y llegamos a Orly con tiempo para facturar, volver a comer y embarcar a las 5h en punto. En el avión algunos tuvieron problemas para no dormirse encima del pasajero de al lado.Llegamos todos puntuales a Madrid... excepto la maleta de Diego. Nuestro periplo por París ha acabado pero no permitáis que os invada la nostalgia, el viaje no acaba nunca, sólo acaban los viajeros y casi siempre el final de un viaje es el inicio de otro. ¡Que así sea! para nosotros compartir éste con vosotros ha sido todo un placer.

jueves, 21 de marzo de 2013

El día de hoy comenzó a la hora habitual, es decir desayuno a las 7h30, pero hoy había un diferencia significativa; en lugar de darnos pan y croissant nos dieron croissant y pan ( por cierto, toda la bollería fina bastante mejor de lo que algunos dicen). Tras el desayuno los profes se portaron y se decidió que iríamos en metro hasta el Hôtel de ville ( ayuntamiento para los que sólo saben "zaragocés"). Delante del susodicho ayuntamiento, nadie se atrevió a imitar la escena del beso por lo cual seguimos camino hacia el Louvre, pasando por la Tour St Jacques. En el patio del Louvre vimos la famosa pirámide de cristal y el Arco de Carrusel delante del cual algunos hicieron gala de sus dotes de regateo y acabaron con las existencia de llaveros-torreeiffel de todo París. Luego tocó el museo: Código de Hammurabi ( homenaje al departamento de Historia), Venus de Milo, la Gioconda ( que defraudó un poco al personal), el Escriba sentado, la Encajera de Vermeer y una impresionante colección de pintura flamenca; todo lo cual nos dejó "époustouflés" para el resto de la mañana. Mucho museo el Louvre, a pesar de que el padre de Diego haya pintado la mayoría de cuadros en su casa y en menos tiempo... Volvimos a atravesar el Pont des Arts para ir a comer por la zona del Barrio Latino que luego, ya con el estómago lleno, pateamos convenientemente llegando desde el Panteón hasta los Jardines de Luxemburgo donde pasamos el "jueves al sol" a pesar de estar nublado. No hubo suerte a la vuelta, ya que regresamos a pie atravesando St Germain y revisitando la Pirámide del Louvre, ya iluminada. También pudimos ver cómo empezaban a encender las luces de la Torre Eiffel. Durante el tour peripatético hasta el hotel no faltaron palmas, palmitas, canciones y " cancioncitas" que, como decía ayer Sheyla, ya queremos olvidar. Aunque destrozados, todos llegamos sanos y salvos al Démiétoile.
El comentario de Sheyla del día de ayer no quedó suficientemente ilustado y por ello colgamos unas fotos en la que aprarecemos en la Tour Eiffel y en el Palais Royal.

miércoles, 20 de marzo de 2013

Sonaban los despertadores, cada uno a la hora más correspondiente en cada habitación. Bostezos, duchas y pisadas bajando la retorcida escalera que lleva al hall. Un típico desayuno continental nos aguardaba en el comedor, siempre preparado a tiempo, aunque la calidad podría mejorarse. Era el día, se hacía esperar el monumento más famoso de todo el país; hoy íbamos a visitar la Torre Eiffel. Cogemos el metro en Grands Boulevards, gracias a Dios y, diez paradas más tarde... ¡Ya llegamos! Bajo un grito de uno de los profesores, cerramos los ojos y nos dejamos guiar para atravesar una esquina y ahí está: más grande e impresionante que en cualquier foto o artículo que hubiésemos leído o visto. Junto a una valla y un muro comenzamos la primera sesión de fotos del día. Por la zona aprovechan a vendernos llaveros del monumento, una cantidad a un precio muy muy asequible. Y entonces comenzamos el descenso. Atravesamos los jardines y la fuente, y la torre crece y crece. Al llegar al paso de cebra que nos separaba de nuestro destino, comienza a llover. Nada raro, puesto que no ha habido día en el que no haya llovido. Llegamos y ya no podemos siquiera ver la punta de la torre. Una cola no muy larga nos indica que podremos subir en ascensor. Un alivio, desde luego. Y subimos. Y para a la mitad. Y segunda sesión de fotos, cerca y lejos del borde, de la vista de todo París. De nuevo al ascensor. Arriba del todo, los oídos taponados, ya no había tanto espacio para hacerse fotos lejos y en todas se aprecia el París nublado del día de hoy. El descenso muy dispar. Unos primero y otros después, pero pocos querían irse. Pero nos fuimos. Camino al Sena, pensando todos en sentarnos en uno de los barcos que íbamos a tomar para descansar los pies, ya resentidos de ayer. No tardamos mucho en llegar, cruzando el Campo de Marte, y tomamos el barco. Por el río cruzamos parte de la ciudad, observando a babor y estribor cada uno de los monumentos que conocíamos y los que no. Al terminar, ya hambrientos, buscamos desesperados un lugar donde saciar el hambre. Cruzando los Campos Eliseos llegamos a Opera, donde el grupo se dividió en dos para almorzar. Tras juntarnos todos de nuevo, a una hora determinada, nos encaminamos, callejeando, hacia el Palais Royal, Saint Eustache, Pompidou y nos adentramos en Le Marais, antiguo barrio judío, aunque los judios del barrio no eran tan antiguos. Una vez fuera del barrio judío, nos dirigimos hacia la Place des Vosges, un parque no muy grande, pero sí muytranquilo, donde, intentando hacer una de las muchas fotos de grupo, nos echaron. Pero la hicimos, cómo no. Rodeando el parque había una serie de edificios que fuimos atravesando, hasta dar con nada menos que la casa donde nació Victor Hugo. No nos detuvimos demasiado, emprendimos de nuevo nuestro tour turístico hacía la plaza de la Bastilla. Donde nos encontramos con unas inexistentes marcas de la cárcel famosa, sino una ópera donde se daban todos los clásicos. Ya no podíamos más, la vuelta por la plaza de la repíblica parecía casi interminable, solo distraidos por canciones clásicas que ahora todos intentamos olvidar. Y entonces nuestro barrio, como le llamamos. Casi nos arrastrábmos, pero ya habíamos llegado. Nos dividimos para comprar la cena y nos perdimos entre los callejones de la calle. Solo quedaban los restos del duro día. Sheyla López

martes, 19 de marzo de 2013


Tras la visita al museo d´Orsay todavía estábamos así de sonrientes pero a última hora de la jornada no podíamos con nuestros pies. Nuestro acento francés mejora como la cabeza de una nube. Y llueve, como puede observarse mirando la foto inferior tomada tras el chaparrón vespertino en Montmartre.



lunes, 18 de marzo de 2013


Con mucho sueño y algo de frío esperábamos en Barajas para embarcar. El vuelo ha sido muy tranquilo y París nos esperaba con nubes y un poco de lluvia. El traslado al hotel Demiétoile fue rápido y, a pesar de que llegamos pronto, las habitaciones ya estaban preparadas. No veíamos el momento de empezar a caminar pero primero había que comer. Atravesamos toda la zona de los bulevares hasta llegar a la Opera Garnier donde nos hicimos la foto siguiente. Aquí donde nos veis, llevábamos algo menos de dos Kms caminados; todavía no sabíamos que llegaríamos hasta casi los ocho.